En principio, hay que saber que una empresa que no se atreve a innovar, en el cambiante contexto actual, está destinada a perecer irremediablemente. El punto es, ¿de qué manera innovar?
La Real Academia Española define el verbo innovar como “mudar o alterar algo, introduciendo novedades”. Entonces, estamos claros que de cualquier manera, de lo que se trata es que hay que estar en constante cambio.
Innovaciones estratégicas
Otra vez volviendo a la Real Academia Española, la estrategia es el “arte, traza para dirigir un asunto” o el “conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento”. Al referirnos a innovación estratégica estamos hablando de cambiar algo, pero dirigiendo de tal manera las cosas que las decisiones sean óptimas en todas las circunstancias.
Hecha esta aclaración, podemos afirmar que ciertamente las innovaciones en una empresa deben estar precedidas de una cierta estrategia: si bien son necesarias por completo dentro de los complicados procesos del mercado, las innovaciones deben desarrollarse bajo una planificación estratégica.
Cuando en una organización se habla de innovación estratégica, se está hablando de la manera de transformar las cosas para adaptarlas a los nuevos y competitivos entornos. Este proceso empresarial debería ser la guía para que la empresa cree valor, tanto para sí misma como para sus clientes.
Innovaciones continuas
Por otro lado, las innovaciones continuas son aquellos procesos que llevan a cabo las empresas u organizaciones, igualmente para gestionar sus procesos de cambio, pero ya dentro de las estrategias de innovación globales.
Entonces, podríamos afirmar que las innovaciones continuas, para que sean efectivas dentro del proceso de una organización, deben estar enmarcadas dentro de la innovación estratégica.
Innovando para cambiar
Una innovación, sea del tipo que sea, trae consigo la semilla de un cambio. Pero hay ciertas condiciones que se necesitan para que la innovación sea fructífera: la capacidad para observar el mundo que nos rodea es fundamental en la innovación.
Para poder apropiarnos de una innovación estratégica en el ámbito de las organizaciones, hay que conocer qué hace la competencia, cómo se relaciona con los clientes, cómo la propia organización se relaciona con sus propios clientes. Y por supuesto, conocer a los clientes por completo: qué los motiva, cuáles son sus necesidades y deseos.
A partir de allí, una organización puede desarrollar innovaciones estratégicas: a través de ellas se podrán hacer cambios, no sólo a nivel de la empresa, sino también, ¿por qué no?, en el mundo que nos rodea. Recuerda que las grandes ideas innovadoras necesitaron una buena dosis de estrategia para ver la luz.
Pero sin embargo, no hay que olvidar las innovaciones continuas: en las organizaciones, estas son las que permiten la adaptación a los procesos de cambio constante que se suceden en el día a día. Al entrar en un proceso de innovación continua, le estamos sencillamente diciendo a nuestros clientes que somos capaces de transformarnos y reinventarnos y nunca quedarnos estáticos.
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